miércoles, 14 de marzo de 2012

Wargames en la BBC

Y no conoceremos el miedo
Leer el artículo en:
http://www.bbc.co.uk/news/magazine-17274186
Ayer martes día 13 de marzo apareció un artículo en la edición online de la BBC dedicado al Warhammer 40.000 con motivo de su 25 aniversario. Sólo por el hecho de que un wargame sea noticia en un medio de la importancia de la BBC ya es significativo de lo mucho que ha evolucionado nuestro hobby en los últimos años. Ha ganado visibilidad. Ha pasado de ser la extraña afición de cuatro pirados que nos reuníamos cada fin de semana para imaginarnos que éramos Napoleón -sin ser carne de frenopático... aunque nuestras madres no estuvieran muy seguras de eso, claro- a que incluso se lo regale la abuela al nieto por Navidades sin pensar que el angelito es un asesino en serie en potencia.

(Inciso: recuerdo como el crimen de Javier Rosado hizo que mi madre me mirara con sospecha cuando les montaba una partida de rol a mis hermanos pequeños. Y eso que mi madre siempre ha sido bastante tolerante con mis "rarezas". La increíble presión mediática sobre los jugadores de rol y, por asociación, los wargamers, a raíz del crimen cometido por un par de individuos claramente psicópatas -podrían haber sido aficionados al fútbol y haber apuñalado a un aficionado rival- llevó a muchos chavales a apartarse del juego empujados por sus padres)

No sólo de Warhammer vive el hombre
Hay que reconocerle a Games Workshop el mérito de habernos dado un cierto grado de aceptación social a los wargamers. Incluso aquellos que no juegan a sus juegos se han visto beneficiados por ello. Cada día somos menos frikis, menos tipos raros. La gente ya no te mira como si de repente hubieras desarrollado una tercera pierna cuando dices que tu hobby consiste en pintar soldaditos y jugar con ellos. 

Sorpresa, sorpresa

La autora del artículo no puede evitar su asombro ante el hecho de que en una época en la que la diversión es tan sencilla como apretar el botón de encedido de una consola o de un ordenador personal, un numeroso grupo de individuos decida invertir un montón de tiempo y esfuerzo en un hobby que exige tanta dedicación como es un wargame con miniaturas. Más aún: las herramientas utilizadas para jugar son claramente primitivas: dados y reglas.

Uno de los entrevistados dio una explicación bastante ingeniosa: los wargames somos a las consolas lo que el teatro es al cine en 3D. Dicho de otro modo, es una afición que proporciona un espacio de interacción directa con otras personas de gustos similares a los nuestros, sin la intermediación de aparatos digitales. Como en el teatro, en el que los actores están ahí, próximos a los espectadores, en el wargame tu oponente es una personal real, de carne y hueso, con la que puedes relacionarte sin intermediarios que alteren tu percepción de la realidad. Alrededor de una mesa de juego es donde he conocido a gente a la que ahora cuento entre mis mejores amigos. 

Niños grandes

Decía un amigo que un jugador es un niño que se niega a crecer. En parte tiene razón. No significa que todos los wargamers (o roleros) sean personas infantiloides, con síndrome de Peter Pan. He conocido gente de todo tipo. Algunas personas eran claramente adolescentes cabreados con el mundo... aumque tuvieran cincuenta tacos y peinaran canas. Otros, sin embargo, eran/son personas de una madurez emocional y una capacidad intelectual dignas de envidia. Por otra parte, tanto los unos como los otros compartían un rasgo común: una imaginación hiperdesarrollada, una habilidad para realmente creerse durante el tiempo que duraba la partida que eran poderosos marines espaciales, aullantes orkos ansiosos de batalla o brillantes generales napoleónicos. Individuos que en su vida "real" son altos ejecutivos de importantes compañías o incluso catedráticos de Universidad, disfrutan como niños pequeños empujando sus soldaditos en una mesa. 

Ese niño que fuimos permanece vivo en el interior de cada aficionado. No es que no queramos crecer, sino que hemos encontrado el lugar en el que lo que fuimos, lo que somos y lo que seremos están en armonía: una mesa de juego llena de soldaditos. 

¡Que Fortuna os sonría! 

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