domingo, 17 de junio de 2012

Tiempos interesantes



OTAN de entrada, puede que sí o que no

En 1984 echaron en la televisión una película americana, El día después, que contaba la historia de unos supervivientes de una guerra atómica. En teoría era un drama, pero para mí se trató de una película de terror. Era la época de las constantes manifestaciones contra la OTAN y las bases militares americanas. El PSOE había cambiado su discurso del "OTAN de entrada, no" al "OTAN de entrada, quizás". En los periódicos aparecían artículos de fondo describiendo los efectos de la guerra con armas de destrucción masiva. Tuve pesadillas durante años.

Y de repente, todo acabó. 

Era el año 1989. Las noticias hablaban de manifestaciones en Polonia. Dos palabras rusas empezaban a abrirse paso en los medios de comunicación y en el lenguaje cotidiano: glasnost y perestroika. Por entonces estaba en el cuarto curso de la carrera de Historia. En los pasillos, las aulas y sobre todo en el bar de la Facultad discutíamos acerca de lo que estaba pasando, entre nubes de humo de tabaco y botellas de cerveza. Ninguno de nosotros podía imaginarse que antes de que terminase el año todo nuestro universo histórico de referencia, articulado por la guerra fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética, se habría colapsado sobre sí mismo. Nadie podía pensar que menos de dos años después el marxismo se habría convertido en una ideología  obsoleta; que las teorías del materialismo histórico que nos enseñaron en la facultad y que tan actuales nos parecían, pasarían a quedar consignadas en el desván de la historia, por lo que había sucedido en la Europa del Este.

La materia de la que están hechas las pesadillas
El miedo a un holocausto nuclear había desaparecido. Las nuevas generaciones podrían crecer sin la constante amenaza de un desastre atómico. Hoy parece tan lejano que a veces me pregunto si todos esos recuerdos son fragmentos de mi imaginación; que nunca los viví realmente. 

Jugando la Guerra Fría

En la clasificación de Boardgamegeek, el Juego, con mayúsculas, está ambientado en el conflicto que enfrentó a las dos grandes superpotencias. Estoy hablando del Twilight Struggle, recientemente editado por Devir en español. En cierto modo es sorprendente, ya que la Guerra Fría es un período histórico que ha atraído poco la atención de los diseñadores. Existen juegos, como veremos a continuación, pero comparado con otros períodos históricos, la Guerra Fría ocupa un lugar secundario. 

En los últimos años han ido apareciendo juegos dedicados a la Guerra Fría, o a conflictos directamente relacionados con ella. Algunos, como el CIA vs KGB, son juegos muy sencillos. Su público objetivo no es tanto el jugón-jugón, como el ocasional. El que la temática de estos juegos sea la Guerra Fría es una decisión de mercado; a efectos de diseño podrían estar ambientados en cualquier otro período sin necesidad de cambiar ni una coma de las reglas.

Wargames

Algunos clásicos han envejecido peor que otros. El NATO, de Victory Games, tuvo su momento de gloria  en los 80. Aunque tenía una comunidad de jugadores, nunca llegó a ser realmente popular. Era un diseño muy tradicional, sin grandes innovaciones. La gracia del juego residía en su temática y en la vistosidad, -para la época-, de sus componentes. La caida del Muro de Berlin y la unificación alemana lo convirtieron en obsoleto, de la noche a la mañana (literalmente). Personalmente no me acababa de llenar del todo ¡Y eso que soy muy fanático de los wargames!

Tampoco han envejecido bien los de la serie 3rd Fleet, 7th Fleet, etc, también de Victory Games. La complejidad de las reglas, unido a la obsolescencia de la temática, los ha convertido en dinosaurios. Aunque a juzgar por el movimiento que tienen en tiendas de Ebay aún cuentan con un nutrido grupo de seguidores, especialmente en EE.UU.

Por suerte, Lock'n'Load ha tomado el testigo de VG. En 2007 publicó su primer juego de la serie World at War, llamado Eisenbach Gap. Está ambientado en el verano de 1985 y parte del supuesto de que los soviéticos hubieran optado por atacar Europa occidental, en vez de por la glasnost y la perestroika. El sistema es por escenarios, a nivel táctico. Cada jugador se pone al frente del equivalente a un batallón, más los apoyos asignados a la operación desde las divisiones. Los escenarios están bastante equilibrados, y aunque la OTAN cuenta con una ligera ventaja tecnológica, ésta se compensa de sobra con la masa soviética. Aparte del título mencionado, LnL ha publicado varias expansiones: Death of the 1st Panzer, Blood and Bridges, Operation Garbo Paris is Burning. El año pasado ampliaron su catálogo dedicado a la Guerra Fría con Heroes of the Gap, un juego táctico a escala de compañia (una ficha equivale a una escuadra o a un único vehículo).

First, we take Manhattan: Then we take Berlin

Estratégicos


En este apartado hay que meter al Twilight Struggle y a su hermano pequeño, el 1989: Dawn of Freedom. Poco hay que se pueda decir que no se haya dicho ya del primero. Es el Juego, con permiso del Agricola. Aunque no sea tan conocido para el gran público como el Carcassonne o el Colonos de Catán, no cabe duda de que hoy por hoy es, para los jugones, el mejor juego de mesa desde el invento del Go. Bueno, tal vez sea una exageración, pero hay que reconocer que pocos juegos consiguen tantas críticas positivas de manera tan continuada como Twilight Struggle.

La gracia del juego es su rejugabilidad. No hay dos partidas iguales. Algunas estrategias, por supuesto, funcionan independientemente de la combinación de cartas, pero es necesario saber adaptarte a las circunstancias. Pero aparte de ser un gran juego ¿representa  bien la Guerra Fría? ¿O podría estar ambientado en cualquier otra época sin tener que cambiar la mecánica en absoluto? En mi opinión, la respuesta es que sí que es una buena representación -dentro de los límites de abstracción de un juego, naturalmente- de los problemas y decisiones propios de las dos grandes superpotencias durante la Guerra Fría.

El 1989 todavía no lo he jugado, pero me da buenas vibraciones. Hay un nivel de complejidad añadido, en comparación con el Twilight Struggle. El mazo de cartas de "luchas por el poder" (también conocido como "navajeo político en los callejones del poder") introduce un elemento adicional de incertidumbre en el sistema. Las mecánicas son, por lo demás, muy similares a las del TS. Quien haya jugado al primero no tendrá muchas dificultades para adaptarse a este otro. A priori, y sin haberlo probado todavía, me parece una muy buena aportación de GMT a la temática de la Guerra Fría.

Aunque no es un wargame en sentido estricto, el Confusion también merece estar en este apartado. Hay quien lo ha descrito como jugar al ajedrez ¡con las fichas de tu oponente y sin saber cuál es tu reina! Tampoco es para tanto. No cabe duda, sin embargo, que Confusion es una propuesta lúdica muy original. La idea del juego es muy simple: eres un jefe de espías, que tiene que conseguir capturar un maletín con códigos nucleares del oponente antes de que éste te los arrebate. Para lograrlo, cuentas con un equipo de agentes secretos (tus fichas). La gracia del juego es que tú no sabes exactamente cuál es la posición de cada uno de tus agentes. Es tu oponente quien ve tus fichas, y tú las suyas. Cuando ejecutáis un movimiento, tu enemigo tendrá que decirte si es un movimiento legal o no, y no puede mentir -ni tú a él-, pero hay un pequeño problema: una de tus fichas será un agente doble ¡Y sobre los movimientos de esa ficha  puede engañarte! Lo que más me gusta del juego es lo bien que representa la limitación de información típica del espionaje clásico, tan característico de la Guerra Fría.

Ahora esoy aquí, ahora estoy allí
Conclusiones


A pesar de que los aficionados de todo el mundo han manifestado una y otra vez su interés por este período, continúa siendo una de las épocas peor representadas en el panorama lúdico. Existen muchos posibles escenarios que explorar. Por ejemplo, la descolonización de África y de Asia o la carrera de armamentos,en la que los jugadores tuvieran que conseguir el mejor equilibrio entre estrategias defensivas/ofensivas, con recursos limitados y constante interferencia política. Las posibilidades son gigantescas.

Por suerte, la Guerra Fría terminó. La posibilidad de que se hubiera vuelto caliente desapareció. En medio de la trágica crisis económica que vivimos, me consuelo pensando que, al menos, hoy por hoy no pende sobre nuestras cabezas la espada de Damocles de un holocausto nuclear. Tenemos un futuro por delante y a pesar de las dificultades que hay en el camino existe la esperanza de poder vivirlo. Si entonces, en el momento más peligroso de la historia humana, salimos adelante, ahora también podemos hacerlo.

¡Que Fortuna os sea propicia!

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